miércoles, 15 de junio de 2011

TURUMBALONES LEXICÓGRAFOS


Nostalgia siento por la ausencia en esta casa. Bien no lo recuerdo porque de noche yo dormía, pero un día (o una noche), en los cortes entre sueños, sorprendidos los hallé.

Esto una vez a mí me sucedió:

Durmiendo estaba cuando subieron a mi hombro. Eran dos. Ambos muy bien vestidos, uno incluso usaba humita, el otro en la mano derecha llevaba un formulario. Tenían una fijación: susurrarme al oído palabras raras del diccionario. De ahí la respuesta a la pregunta de cada mañana ¿Por qué aquellos sueños tan extraños? El que vestía de azul me decía: “Zurumbático”, “Halacabuyas”, “Sochantre”, “Velintonia”, “Zarzaperruna”, “Fablistanear”, “Gachasmigas”, “Per ístam”… Mientras que a su vez el de café murmuraba: “Fijodalgo”, “Zutanejo”, “Asperiega”, “Astrífero”, “Bomborombillos”…

Cuando avanzaba un poco la noche y ya aturdida me encontraba, ellos mismos se encargaban de hacer llegar el resto. Venían siempre en grupos chicos en correcta formación y de cinco acomodados sobre el borde del plumón se sentaban y esperaban que empezara la función. En la blonda de la tela se paraba el de la humita y anunciaba la función con su débil vozarrón. Una banda en mi mentón entonaba una canción y una nube en formación se acoplaba a mis ojos. Todos presenciaban las cosas que pasaban. Sueños cortos los primeros, muchas veces sin sentido, pero cuando más tiempo pasaba, encantado el público se hallaba, prendidos de visiones que flotaban, todos atontados las miraban, pero la noche aflojaba y de pronto las trompetas comenzaron a sonar, mas sonaban y sonaban pero nadie interés demostraba, entonces el de humita nuevamente se paró y de un frágil grito al mundo echó “Se ha acabado la función” les decía el turumbalón, “no hay nada más que ver, es hora de volver” Así que todos en filita de regreso se marchaban, se bajaban por mi brazo, pero no sé muy bien cuál era su dirección, esperé que desocuparan todos muy bien mi cara, entonces di un suspiro “libre al fin he quedado” pero no había percatado que aún uno quedaba, el de la humita me observaba parado allí en la almohada “sé muy bien que nos mirabas, mientras el show comenzaba” luego el sombrero se sacó y sus buenas noches me dio, por la orilla del plumón, al suelo se tiró. Yo muy bien no lo entendía, qué pasaba en aquel día, todo extraño había sido, quizás un sueño era y no lo había vivido, pero no era así porque el sol por mi ventana se asomó y luego sonó el despertador, me levanté para el colegio y arreglé mi bolsón, me bañé y desayuné, después la casa dejé y en el camino yo pensaba lo que en las noches me pasaba. Días antes lo noté, pero a certeza no llegué. Nunca supe por qué aparecían, pero lo que más me carcomía era porque a mí venían. Mas ahora que yo estoy ubicada en otro sitio, no los he vuelto a ver más, tal vez no era yo la de la atracción, de seguro eran ellos los que vivían bajo aquel umbral y los dueños del hogar.


No hay comentarios: